domingo, 6 de febrero de 2011

Edith Vera


Duerme, mi niño, duerme,
mientras te canto la Retahíla.
En la tierra, la cebolla,
duerme.
En el cajón, el hilo,
duerme.
En el mar, un barquito,
duerme.
¿Y tú no duermes?
En la plaza, la estatua
duerme.
En su rincón, el grillo,
duerme.
En el cielo, Saturno,
duerme.
¿Y tú no duermes?
Duerme como el repollo en la quinta,
como el lápiz en mi bolsillo,
como el puntito sobre la i.
Duerme,
duerme.



***


Allá en la casa
de la amapola
hay tres ventanas para mirar.
Por una, se ve la luna,
por la otra el lucero
y por la otra el sol
¿por cuál deseas mirar?




***




Entonces me acostaba
con Neruda, el gran Pablo,
y en una playa blanca
hacíamos el amor.
El mar no nos miraba,
ni un caracol ya quieto
traído por las olas
quedaba entre los dos.
Nada de algas buscando
dormir entre los muslos,
ni siquiera la arena
brillando en nuestra piel.
De ese amor no hay olvido.
Ese amor me ha dejado
una rosa en la mano,
pétalos de letras,
corazón de papel.




***




Ella sabe que todo es poesía
machacando el ajo en el mortero,
picando el perejil
hasta
indudablemente son poesía
esas yemas de huevo
que son batidas
Y reciben el aceite que cae
gota a gota
y es poesía el mantel
con el viejo bordado de la amatista con flores
y el fuego
y el agua que sale de la canilla.
Y al receta de cocina
que dice entre otras cosas: “una vez que haya leudado
la masa será cortada en estrellas.”
Y la música de la cocina
envolviendo la atmósfera.




***




Tengo un pañuelito
de papel muy fino
y si yo lo quiero
él se hace barquito,
paloma,
estrella,
zapallo,
violín.
Si le digo ¡barco!
él se hace paloma.
Si le digo ¡estrella!
él se hace violín.




***




Cómo decir que el tamarindo es eso,
un tamarindo, un árbol,
pero que es algo más en la memoria,
Es el resumen de la infancia mía,
mi alfabeto de hojas.
Isla de maravilla en su patio olvidado,
es también el recuerdo del abuelo y la abuela
que esperaban a su sombra quién sabe qué milagro.
Él les vio quedarse yertos y siguió dando flores.
En su copa moraban los pájaros del viento
y yo aprendí entre ellos,
trepando por sus ramas,
a descifrar lenguajes
que sólo se comprenden en el ritmo de ese árbol.
Tamarindo, hasta ahora
me llegan esas voces.



***



Un instante de la niñez me dice que entonces
por cuidar los manteles
comíamos las uvas en el aire.
Una conversación pedregosa
partía de una punta de la mesa.
La otra punta estaba vacía.
A los lados de la mesa
el silencio.
Al borde de las sillas nos sentábamos
tratando de no herir las esterillas
y no se sacaba siquiera
la punta del pie de los zapatos.
La distracción estaba a cargo
de alguna mosca que se posaba aquí y allá.
No decíamos
lo que guardaba el pequeño pecho
ni siquiera
que el pececito de la pecera
parecía agitarse cuando nos acercábamos
o que una de nosotras
bordó en punto atrás una amapola azul.

Nota:nació el 27 de agosto de 1925 en la ciudad de Villa María, provincia de Córdoba, y murió en esa misma ciudad en el año 2003. Entre sus libros figuran:“Las dos naranjas”, “La casa azul”, “La palabra verde y los caracoles” ,“El conventiyo verde”.Después del 90, escribió otros seis libros de poesía:
“Del agua, de los Pájaros, de los Cielos, y de los Quehaceres Terrestres”(1993),
“Palabra” (1994),“Láricas”(1994),“De recetas y testamentos”(1994).Todos sin editar. Y dos en 1995 que después sí fueron publicados por la editorial “r a d a m a n to” de Villa María, en cuidadas ediciones : “Pajarito de agua” y “El libro de las dos versiones” (En 1997 y 1998).
Finalmente, en el año 2001, editorial Garabato de Córdoba, le publicó “La Casa Azul”, que tenía escrito desde 1972.

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