martes, 28 de diciembre de 2010

Darío Canton


La escritura

Busco una referencia
entre mis papeles
la encuentro a medias
doy con otra pista
la sigo
me embarco
en nueva búsqueda
insecto que vuela
se aleja de su base
sigue, absorto
la magia del laberinto
intensa, interno
de flor en flor

Cuando baja el sol
debo volver
no sé quién soy
qué rumbo tomar





EVA PERON

Odio

No temas pisar los vidrios,
Eva,
los han puesto para herirte.
¿No lo crees?

los dardos que despiden,
Eva,
Los dirigen hacia tí;
¿acaso se preguntarán quién eres?

¿Dudas?
El dios que invocamos
cada día,
Eva,
es el dios
que aniquila al enemigo;
¿lo ves, ahora,
que caminas a la hoguera?


Muerte

La llevaron bien en alto,
en una tarde de sol,
su voz de acero
callada;
la ciudad la vio pasar,
sola y por última vez,
sola y rodeada de gente;

cantaba al fondo Gardel.

El espejo que miraron,
deslumbradas,
mil mujeres y una,
se empañó gradualmente
hasta borrarse,
dejó de reflejar
su imagen;

al fondo Gardel cantaba.

Sola sola con su alma,
con su cabello de trigo,
flanqueada por dos galgos
iba,
erguida,
en medio de la gente
que miraba;
mas a nadie ella veía;

seguía cantando Gardel,
cantando su tango amargo.

Iban con ella la niña,
asombrada,
la pura incrédula niña
de verse mujer y muerta;
iban con ella la joven,
con un dolor en el centro,
en el lugar de los hijos;
atrás quedaba la vieja
quejándose amargamente
por la vida que no vuelve;

se oía a lo lejos Gardel
con el aire sentencioso
del que vivió y ha sabido.

Ajenas a todo en torno
María y Eva de la mano
hermanadas, caminaban;
desnudas,
que nadie las veía;
vestidas,
que todos las miraban:
solas,
consigo mismas muy solas,
bajo el sol del invierno.


Sobre la calle
los pasos
se arrastran en procesión:
cadenas y más cadenas,
el silencio alrededor.

Como una enorme bandera
la voz de Gardel se expande,
lo cubre todo:





FINAL

I

Salieron sacerdotes
con el paso apresurado
y jóvenes de todos los partidos
y madres
y abuelos
decidieron actuar,
llamaron a los demás.

En Córdoba fue la cita
en Córdoba y en el sur.


II

Cerrado en su cañonera
el ídolo descansa,
piensa y sueña,
el cabello emblanquecido;
de pronto
son los gritos de la gente,
en la Plaza,
y un mar de brazos
y cabezas gigantesco
vivando su nombre,
--Compañeros, compañeros…

Se escucha el tableteo
en la ciudad
de los tiros de los tanques
contra Alianza;
silencio,
otra vez el tableteo;
se pasa
la mano por la frente,
empapada de sudor,
y en la penumbra de su visión
mira,
sinsentido,
cómo una mosca se posa
en su pocillo de café.
La deja estar,
no la espanta,
y entorpecido se hunde
en la oscuridad del sueño.


III

Alerta estaban todos
al avión
que había de traerlo,
a la voz del alzamiento.
Cielo oscuro,
cielo claro,
Perón claro,
Perón vuelve,
Perón triunfa;
Perón ya viene de viaje,
ha salido,
ayer,
hoy,
mañana,
ya se acerca,
está ahora entre nosotros.

Nada;
el alma encoge,
se amolda
al tamaño de la casa,
estrecha,
más estrecha cada vez.
Tras el verano el otoño
y otra vez el verano;
las fotos en los armarios,
los carnets en los cajones,
todo igual, lo mismo todo;
sobre un 17 y otro
la lluvia siempre cayendo,
sobre un 17 y otro.



Nota:Nació en 1928. Vive en Buenos Aires. Publicó La saga del peronismo (1964), Corrupción de la naranja (1968), Poamorio (1969; traducido al inglés, 1984), La mesa (1972), Poemas familiares (1975), Abecedario Médico Canton (1977) y Asemal, revista unipersonal, entre 1975 y 1979. Desde el año 2000, cinco tomos de una autobiografía literaria: La historia de Asemal y sus lectores; Berkeley (2004); Los años en el Di Tella (2005); De plomo y poesía (2006); Nue -Car -Bue (2008).

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